Lo que me motiva…
Llegamos a conocer a Anna en el hogar. Cuando Anna era una niña pequeña no fue recogida por sus padres después de una estancia en el hospital. Después de la perdida de sus padres y con las piernas amputadas, ha vivido en el hogar durante muchos años. Ella considera a sus padrinos como su familia.
Isal tiene el mismo destino, de pequeño cayó en un fuego. Ya que los padres no disponían de ningún dinero, no se pudo obtener ayuda medica después del accidente. Mucho más tarde se realizó una operación de emergencia en la cual le tuvieron que amputar las piernas. Sus padres le dejaron en el hospital y al igual que Anna, no lo volvieron a recoger. Por lo tanto, fue llevado al hogar. Los trasplantes de piel se realizaron mucho más tarde a través de donaciones. Actualmente, esta a punto de tener otra operación en sus piernas.
También conocimos a cuatro hermanas que perdieron a sus padres a cause del SIDA. Desafortunadamente, dos de ellas también se enfermaron. Han vivido en el hogar desde que son huérfanas. Son jóvenes muy cerradas. Tienen la gran oportunidad de llevar una vida independiente en una de las casas que hemos construido. Ahora si que se puede empezar a ver la alegría en sus ojos.
Hay tantos niños en el hogar que anhelan una familia y apoyo. Incluso añoran a sus padres, los cuales han descuidado de sus niños y ni si quiera vienen a visitarlos.
Me gustaría mencionar aquí que no quiero juzgar a ningún padre o madre. Se ve que muchas veces es una reacción de no ir a recoger a sus niños del hospital, o no ir a visitarlos al hogar, ya que seguramente piensan que estarán mejor con las monjas.
Esta la pequeña Jaqui, que siempre hacia su maleta con la esperanza de que su madre la recoja el fin de semana. Nunca olvidaremos sus ojos llorosos.
Visitamos espontáneamente a una ahijada escolar de una amiga mía. Vive con su madre, un hermano discapacitado y otros tres hermanos en una cabaña de madera con solamente dos habitaciones. Sin agua y sin electricidad. Es una chica muy amable y nos enseña como vive. La trabajadora social nos cuenta que una de las hermanas fue violada y que recientemente dio luz a un niño. La niña tiene 13 años. Lamentablemente, la familia no pudo denunciar al violador ya que no tienen los medios económicos para ir a juicio.
Una madre esta sobrecargada con todos sus hijos y por lo tanto tiene que dar a dos de ellos, los más pequeños, al hogar. Tiene que pagar todos los gastos de la familia y no tiene suficiente dinero ni tiempo para todos sus niños. A su marido le dispararon y por eso no puede trabajar. Ella gana 2 euros al día. Viven en una choza que ni si quiera se le puede llamar cabaña, con una sola habitación. Con el fin de reunir a la familia, podrían vivir en una de las casas del proyecto en un futuro muy cercano.
Conocimos a una anciana que ya no podía pagar el alquiler de su vivienda. El propietario le ha cerrado la cabaña y por lo tanto ahora tiene que vivir y dormir en el suelo, en frente de su antigua `casa´.
Los hombres, en su mayoría sin educación escolar, ganan entre 3 y 4 euros al día, trabajando en el campo. Las mujeres trabajan como chicas de limpieza o hacen tortillas. Trabajan más de ocho horas al día y solamente ganan 2 euros. Si las mujeres son mayores, solo ganan 1 euro al día.
Existe una ley que dice que debe haber un salario mínimo. Pero lamentablemente esta ley se incumple sin ningunas consecuencias.
No existe un seguro de salud ni tampoco un fondo de pensiones para la población rural indígena. La educación escolar es de pago. De esta manera, el ciclo de la pobreza continúa en el siglo XXI. Muchos padres son puedes ofrecer una educación a sus hijos. Estos son los niños que ya tienen que trabajar a una edad muy temprana. Llevar kilos de carga de un lado a otro, no conlleva a ningún desarrollo para estos niños.